"Metal precioso en estado de descomposición, lo pictórico sin pintura y el espacio como experiencia. Alicia Torres juega a la alquimia moviendo todas las piezas que se le presentan sobre el tablero, con el afán de establecer un diálogo con el espectador: Invadir la sala, derramar el oro con el que crea cada obra, debatir entre lo fresco y lo podrido; y la ‘mezcla de líquidos’ como lenguaje para apropiarse de la realidad. “El estado de perfección está ahí donde nada puede ser mejorado, donde cualquier pretensión de seguir enredando con lo que hay ya no produce nada mejor. (…) Pero somos todos unos líquido-modernos y para nosotros la perfección, el que todo sea para siempre igual, no es un ideal, es una pesadilla”1. La artista consigue retarse así, materializando la corrupción de la materia, con el dorado y con aquel que se atreva a apreciar la oxidación, como mejora de la supuesta perfección.
Oro oxidado- vocablos supuestamente incompatibles- metáfora, sinécdoque, elipsis, hipérbole, o incluso ironía sofisticado acerca de la pintura contemporánea: Las piezas de Alicia Torres surgen como figuras retóricas capaces de aludir a la pintura sin hacer uso de la misma, acude a lo pictórico como ejercicio reminiscente, como memoria de todo lo que ha sido o como una capa más del palimpsesto que escribe la interminable tradición de la pintura.
Utiliza el pan de oro como material y como concepto; faraones, sarcófagos, retablos, el Renacimiento y el marco, y Gustav Klimt. Metal precioso, poderoso, valioso y escaso que convive en nuestro imaginario colectivo, como el marco dorado capaz de iluminar y resaltar nuestros cuadros. La artista investiga mediante la experimentación con el propio material y, en ese camino, ha descubierto que la oxidación causada por la resina acrílica se ha convertido en su principal modo de creación; este fenómeno le ha permitido crear piezas únicas que le invitan al inquietante universo de la alquimia. Oxidación= producción de ácido; como consecuencia, este corroe y desgasta la materia para transformarla en otra. Alicia Torres se ha enfrentado genuinamente a la pintura casi sin darse cuenta:
El dejá vu, lo pictórico como secuela de la pintura; el dorado convirtiéndose en verde, se oxida y se muere; pintura sin pintura. Piezas que respiran; el oxígeno las construye y las deviene en el tiempo como si de algo vivo se tratase. El arte en la naturaleza y viceversa. Formas orgánicas, amorfas, moldeables y sensibles a la luz que atraviesa el espacio; la obra se desmaterializa para encontrarse con el contexto y lo expandido se derrama entre la pintura y la arquitectura.
La artista ha pasado de dorar los fondos de sus cuadros cuadrados y rígidos, a extraer el pan de oro del soporte para convertirlo en el actor crítico y elegante que interpreta el drama “La muerte de la pintura”."
“Lo único inamovible de la pintura desde sus orígenes es el término pintura” (David Barro)
Ana Roca, curadora de la exposición
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